Nos protegen, nos aíslan, aportan aerodinámica al vehículo y son un elemento de seguridad más importante de lo que parece. El mantenimiento adecuado de las lunas del coche es mucho más que una cuestión estética: nos ayudará a conducir con mayor confort y seguridad, y evitará algunos de los riesgos de rotura y sus consecuencias.
Dos apuntes para comprender la importancia de las lunas en la seguridad pasiva y activa: la rigidez del parabrisas contribuye a la distribución de fuerzas entre los elementos estructurales de la carrocería y realiza la función de apoyo en el airbag del acompañante en los casos de topmount (cuando la tapa del airbag se ubica en la parte superior del tablero). En otras palabras, podría suceder que un parabrisas mal instalado o reparado impidiera que se activara el airbag en caso de colisión.
Para un buen mantenimiento de las lunas –en particular, del parabrisas– basta aplicar un poco de sentido común y seguir unos hábitos lógicos en casos de condiciones extremas:
Mantener la distancia de seguridad. Un 80% de las roturas de las lunas se debe a impacto de gravilla proyectada hacia el parabrisas. Podemos evitarlo en buena medida manteniendo la distancia de seguridad con el vehículo que nos precede en la carretera.
Acudir al taller inmediatamente al detectar cualquier rotura. Una reacción rápida evita que una pequeña rotura se agrande o agriete, lo que equivale a la diferencia entre una reparación y una sustitución del parabrisas.
No usar agua caliente para descongelar un parabrisas helado. El agua caliente aumenta las posibilidades de que el parabrisas se agriete, especialmente si ya tiene alguna micro rotura. En su lugar, se recomienda activar la calefacción y el sistema de desempañado, o utilizar productos descongelantes.
Desempañar el parabrisas con aire acondicionado. El aire frío es más seco y, cuando llega al cristal, se calienta y aumenta su capacidad para desempañar.
Evitar saltos térmicos entre el interior y el exterior. En situaciones de temperaturas extremas, debe intentarse que interior y exterior mantengan una temperatura similar. Evitamos así riesgos de agrietamiento por contraste de temperatura.
Renovar el limpiaparabrisas cada 6 o 12 meses. Evitamos de este modo rayar el cristal y disminuir el riesgo de accidente por mala visibilidad. Si es posible, lo ideal es cambiar los limpiaparabrisas justo antes de la época de lluvias.
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